Tras las huellas americanas de Sorolla
Ni los 40 grados del verano en Valencia son capaces de aplacar la pasión que el director del Museo Meadows de Dallas, Mark Roglan, y Blanca Pons-Sorolla sienten por la figura de Joaquín Sorolla, bisabuelo de esta última. Y es que ambos se encuentran totalmente inmersos en la organización de la exposición “Sorolla y Estados Unidos”, que se inaugurará el próximo mes de diciembre en el Museo Meadows de Dallas y que posteriormente viajará a San Diego y a la Fundación Mapfre de Madrid.
Una exposición que pretende hacer justicia al prestigio del que gozó en vida el autor valenciano en Estados Unidos y que le llevó a vender allí más de 300 obras. Tal y como afirma Mark Roglan, “hasta la llegada de Picasso, ningún artista español había sido tan conocido en Estados Unidos”. El recorrido de estos dos prestigiosos historiadores del arte comienza en la Fundación Bancaja donde acuden, acompañados por una delegación de Dallas encabezada por el alcalde de la ciudad, a visitar el cuadro “¡Triste Herencia!”, una de las joyas de la exposición. Tal y como señala Blanca, con esta obra Sorolla puso punto final a sus cuadros de temática social, un ámbito donde nunca se sintió cómodo.
La propia Fundación Bancaja organizó en 2007 una exitosa exposición sobre los 14 paneles de la “Visión de España” que Sorolla pintó para la Hispanic Society de Nueva York. Sin embargo, Blanca Pons-Sorolla opina que fue la retrospectiva organizada por el Museo del Prado en 2010, comisiariada por José Luis Díez y Javier Barón, la que volvió a poner a Sorolla en el mapa internacional.
Mark y Blanca visitan el Centro del Carmen, lugar que albergó la Escuela de Artes y Oficios en la que estudió el propio Sorolla y allí pueden contemplar el retrato que realizó a Santiago Ramón y Cajal, quien ganó en 1906 el Premio Nobel de Medicina por sus estudios sobre las células nerviosas y sus conexiones neuronales. Mark Roglan se sorprende del hecho de que Sorolla se relacionara en su época con toda la élite intelectual tanto española como internacional. Y es que el autor valenciano retrató a reyes, como Alfonso XIII; presidentes de Estados Unidos, como William Howard Taft (cuyo retrato será prestado por la Casa Blanca para esta exposición); filósofos como Ortega y Gasset; coleccionistas como Thomas Fortune o Archer Milton Huntington; o escritores como Benito Pérez Galdós, Miguel Unamuno, Jacinto Benavente o su gran amigo Vicente Blasco Ibáñez, entre muchos otros.
Blanca Pons-Sorolla y Mark Roglan abandonan el claustro del Centro del Carmen no sin antes pasar por la exposición de David Rodríguez Caballero, un artista contemporáneo joven que vivió en Valencia, para trasladarse luego a Madrid y residir actualmente en Nueva York, donde ha alcanzado el prestigio internacional con un estilo totalmente opuesto al de Sorolla. Ambos señalan que ese fue precisamente el recorrido que realizó Joaquín Sorolla en su época. Sorolla abandonó su Valencia natal para alcanzar la fama y el prestigio internacional en Estados Unidos. Algo que se podrá contemplar en esta ambiciosa exposición del Museo Meadows de Dallas. El tiempo pasa pero algunas cosas nunca cambian.
EL LARGO VIAJE DE “¡TRISTE HERENCIA!”
El conocido cuadro “¡Triste Herencia!”, propiedad de la Fundación Bancaja, será una de las estrellas de la exposición “Sorolla y Estados Unidos”, que contará con cerca de 160 obras, la mayoría de las cuales nunca se ha exhibido en público.
Esta obra, que retrata el baño en la playa de Valencia de un grupo de niños enfermos guiados por un religioso del Hospital de San Juan, tiene una curiosa historia que lo hace merecedor de estar presente en esta exposición. Esta pintura es una de las cuatro que Sorolla realizó de temática social y fue la culminación a su reconocimiento internacional, pues con ella obtuvo el Grand Prix de la Exposición Universal de París en 1900, donde recibió el elogio de grandes pintores como Claude Monet. El ministro de Bellas Artes del Gobierno español de entonces, el Conde de Romanones, se mostró interesado por adquirir la obra para el Estado y Sorolla propuso un precio de venta de 40.000 pesetas, cantidad similar a la que el Estado acababa de pagar por el cuadro “Juana la Loca” de Francisco Pradilla, actualmente en el Museo del Prado. Cuando los liberales llevaron la propuesta de compra al Parlamento, los conservadores la rechazaron.
Sorolla esperó dos años para ver si la propuesta de compra salía adelante pero, finalmente, accedió a venderla Jesús Vidal, coleccionista español residente en Nueva York. La obra llegó a Estados Unidos el 2 de diciembre de 1902. Dos años más tarde, Vidal vendió la obra al magnate del carbón John E. Berwind, quien la donó cautro años después al Colegio Dominical de la Iglesia de la Ascensión en Nueva York.
La obra participó en las exposiciones retrospectivas de Sorolla que tuvieron lugar en 1909 en Nueva York, Buffalo y Boston, para quedar depositada durante más de setenta años en una conocida iglesia de la Quinta Avenida de Nueva York. En 1981, “¡Triste Herencia!” salió a subasta en la sede neoyorkina de Sotheby’s. El cuadro de Sorolla fue adquirido por la entonces Caja de Ahorros de Valencia, Castellón y Alicante y fue la estrella de la subasta. Tal y como señalaba el New York Times el 29 de mayo de 1981, el cuadro alcanzó la cifra de 240.000 dólares, por delante de una obra de Courbet que llegó a los 230.000 y otra de Corot que se vendió por 140.000. El cuadro llegó a Valencia el 31 de mayo de 1981. Ahora, más de 30 años después, hará de forma temporal el viaje de vuelta.