La evolución constante de Frank Stella

"Me parece que fue Robert Rosenblum quien me habló por primera vez de ese joven artista. Me contó que había visto su obra unos días antes y que le había parecido excepcional; me insistió en que fuera a verle. Así que al día siguiente acudí al estudio de Stella(...). Frank acababa de cumplir veintitrés años y de terminar sus estudios en Princeton. Me cuesta describir la conmoción que me causó ver los enormes cuadros negros en los que andaba trabajando por aquel entonces (...). Las abstracciones violentas de Stella me impresionaron profundamente. Comprendí más tarde - y Stella me lo confirmó - que las rayas de sus cuadros estaban inspiradas en las banderas de Jasper Johns. Le pedí, sin dudarlo un instante, que formara parte de mi galería".

La cita del galerista Leo Castelli - incluida en el libro de Annie Cohen-Solal "El galerista. Leo Catelli y su círculo" - describe de forma muy acertada el momento que le tocó vivir a Frank Stella (Malden, Estados Unidos 1936). Un periodo caracterizado por la traslación de la capital artística de París a Nueva York. Una época en que en Nueva York había más artistas por metro cuadrado que en la Florencia del Renacimiento o en el París de los impresionistas. Una generación de artistas marcada por el expresionismo abstracto de autores como Pollock, Rotkho o De Kooning pero con una clara intención de acabar con la hegemonía de este movimiento artístico. Los primeros en hacerlo fueron Robert Rauschenberg y Jasper Johns y el lugar, la galería de Leo Castelli. A ellos se sumaron de inmediato otros como Frank Stella, Donald Judd y Carl André, quienes fueron los pioneros del minimalismo. De hecho, su serie de 23 "black paintings" se considera como la primera manifestación de la pintura minimalista.

Y es que la irrupción de Stella en la escena artística neoyorkina fue fulgurante, pues, a los 34 años, el MOMA ya le dedicó una retrospectiva. Ahora llega al IVAM una muestra compuesta por 44 obras en la que podemos encontrar parte de su producción. Tal y como señala la comisaria de la exposición, Martine Soria, la obra de Stella podría dividirse de forma esquemática en cuatro grandes períodos: las "black paintings" y los "shaped canvas" (1958-1965), las formas geométricas irregulares (1970), las arquitecturas polícromas (1978) y las construcciones barrocas (1979). Esta muestra recogería todos los periodos descritos por la comisaria a excepción de las "black paintings".

Clasificaciones aparte, lo que esta exposición pone de manifiesto es que Stella ha demostrado una gran capacidad para reinventarse constantemente, como en su momento hizo Pablo Picasso. Pocos artistas han mutado de manera tan considerable su estilo como ha hecho Stella. De hecho, parece casi imposible pensar que uno de los fundadores del minimalismo sea el autor de las últimas piezas de esta exposición compuestas por materiales que parecen de desecho ensamblados como amasijos enrevesados que cuelgan de la pared. Unas obras barrocas que nada tienen que ver con esas pinturas negras atravesadas por finas líneas blancas o con esos cuadros coloristas pertenecientes al estilo cinético, como la obra que puede verse en el IVAM titulada "Flin-Flon IV" y cuya observación puede llegar a hipnotizar al visitante. En definitiva, una buena ocasión para acercarse a uno de los grandes artistas del siglo XXI que a sus 76 años sigue en plena ebullición creativa y en evolución constante.

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