Los nuevos mundos del IVAM

La colección es la columna vertebral sobre la que se asienta un museo. Conformar y conservar una colección es una de las principales funciones de esta institución que nació con la Ilustración y en la que la sociedad delega qué objetos deben perdurar para las generaciones posteriores. Esta conservación debe ser tanto física (labor llevada a cabo por el departamento de Restauración) como intelectual (misión que recae en el área de Conservación). Y, precisamente, la exposición que ahora nos ocupa constituye un buen ejemplo de esta conservación intelectual y del nuevo rumbo que ha emprendido el IVAM bajo la batuta de su nuevo director que junto con el conservador Josep Salvador son los comisarios de esta muestra. 

Uno de los aciertos del IVAM fue el hecho de que se creara en 1986 pero que no se inaugurara hasta 1989. De este modo, tuvo tiempo de diseñar y reunir una buena colección, por lo que fue primero el contenido que el continente, a diferencia de lo que ha ocurrido recientemente en innumerables ciudades en las que se ha construido un museo diseñado por algún arquitecto estrella sin saber muy bien cuál iba a ser el contendio que iba albergar.

Los fondos del IVAM se asientan sobre varios pilares. El primero es Julio González, de quien el museo se hizo con un centenar de piezas. Esta adquisición situó al IVAM en el panorama internacional, pues supera al MOMA y al Pompidou en cuanto a número de obras de este artista que introdujo la forja del hierro en la escultura del siglo XX. Otro grueso de la colección lo constituye Ignacio Pinazo, quien supuso el inicio de la modernidad en la pintura valenciana. El tercer pilar está compuesto por la fotografía y el fotomontaje, pues el IVAM fue pionero en España en introducir estas disciplinas dentro de su colección, haciendo especial hincapié en la obra del valenciano Josep Renau. Finalmente, este núcleo fundacional se nutrió con piezas pertenecientes a las vanguardias históricas, al informalismo y al arte pop. Todo ello hizo que el IVAM se convirtiera desde su nacimiento en una institución con una personalidad propia y con una destacada proyección internacional. 

Tras la exposición "En tránsito", que inauguraba la nueva etapa del IVAM con una selección de sus obras más contemporáneas, ahora le ha tocado el turno a las vanguardias históricas. Ese torbellino de acontecimientos que supusieron las primeras décadas del siglo XX tiene su reflejo en esta exposición que reúne cerca de 1.000 obras que tienen en común su afán de innovación. 

Lo primero que llama la atención de esta presentación, si la comparamos con otras anteriores, es la introducción del cine, algo que realizó hace ya mucho tiempo el MOMA y hace unos pocos años el Museo Reina Sofía. El primer filme que econtramos es uno de René Clair que cuenta con guión de Francis Picabia y música de Erik Satie en el que podemos encontrar tanto las formas geométricas típicas del constructivismo como el mundo de los sueños más propio del surrealismo. La parte fílmica abarca tanto el cine más experimental, en el que no podía faltar "El perro andaluz" de Buñuel junto con películas de Man Ray, hasta el cine más comercial encarnado por películas como "Tiempos Modernos" de Chaplin o "El acorazado Potemkin" de Eisenstein.

La otra gran novedad reside en la introducción del diseño industrial en la colección - en este caso de la mano de la colección Alfaro Hoffmann - algo que también realizó hace tiempo el MOMA pero que es totalmente nuevo en España. Este apartado pone de manifiesto la modernidad de algunos de los diseños realizados a principios de siglo por autores como Mies van der Rohe, de quien podemos ver la silla Weissenhof de 1927, o Walter Gropius, de quien encontramos la manilla de puerta Tecnolumen de 1923, por no hablar de la famosa cafetera Moka Express creada en 1933 por Alfonso Bialetti. Todos estos objetos ponen de manifiesto que el buen diseño es el que nunca pasa de moda y siempre parece actual. 

El resto de la exposición realiza un amplio recorrido por la obra de autores como Man Ray (de quien el museo posee una amplia variedad de fondos), Marcel Duchamp (de quien destacan sus discos ópticos), Grosz, Heartfield, Picabia, Robert y Sonia Delaunay, Rodchenko, Klucis, Moholy-Nagy, Schwitters, Gabo, Calder, Kertész, Kupka, Pevsner, El Lissitzky, Max Ernst o Herbert List, entre otros. Todos ellos están ordenados en diez apartados temáticos que constituyen una exposición que si habría que resumir en una sola palabra, esta sería rigor. 

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